El valle de Rascafría

Hace años que este valle no estaba tan esplendoroso en tonos y matices.

Subida por el camino del Palero que se hace más amable por la temperatura y por ser la primera hora de la mañana. Sin que la amabilidad reste la exigencia propia de laderas que no bajan del 12% en algunos tramos.

Nos espera, en la cima, una pradera que regala un rato de descanso y risas compartidas, con vistas inigualables de la Cuerda Larga y de Cotos.

El camino se torna divertido por una trocha donde 57 personas ocupan una fila muy muy larga que serpentea por la orilla del arroyo que desciende de la Laguna de Peñalara.

Al llegar al puente nos reagrupamos para hacer la oración de la mañana y continuar descenso acompañando al arroyuelo que, con el paso de los metros, reclama nuestra atención con el sonido de las pequeñas cascadas que es capaz de ir formando.

Nos espera el camino de la Angostura, "autopista" privilegiada en este valle, con pista forestal de cuatro metros de ancha.

El bosque se va cerrando para crear un espacio que parece increíble, a 40 kms de Madrid, y que hace despertar voces de admiración entre los caminantes.

El río angostura va creciendo para formar la playa fluvial, el embalse natural... y así conducirnos hasta las Presillas.

Tienen mérito. Han sido 21 kms, que es una etapa del Camino de Santiago, pero en alta montaña, y tras una noche complicada.

Tono positivo en todos, las milindreces se quedaron enganchadas en los primeros metros de maleza y cuando la actitud mental es de superación, se inauguran los disfrutes.

Buen ritmo en el que los más fuertes acomodan la velocidad al esfuerzo de los que podrían quedarse descolgados pero tratan de seguir una marcha compartida...

Por estos mismos caminos pasamos hace tres años. Fue también maravilloso, pero se nota la evolución. La montaña va marcando su ley excursión tras excursión, itinerante tras itinerante... y el caminante va amoldando su espíritu a las bondades y exigencias de senderismo.

En ese diálogo, y es lo que buscamos, el corazón de forja. Ezequiel advertía de los que de carne se transformaban en piedra. Nosotros procuramos que sin ser insensibles, se hagan fuertes como el hierro, que dejen de ser corazones de ritmo bajo propios de lo que el Papa llama cultura del letargo vital y la indiferencia.

Tienen mucha más capacidad de resistencia y de sufrimiento del que a veces les permitimos. Y desde esos presupuestos, acceden a experiencias que quedarán silenciadas para quien buscó la plenitud en la falta de riesgo y la eterna seguridad.

Es la espiritualidad de la cruz traducida a la experiencia del senderismo.

Más de media docena han dado las gracias. Sumado a los que, más débiles, no se han quejado o, incluso, han dicho "bien", nos parece un éxito para los monitores.

Estas montañas se hacen más sagradas. Cuando vuelva por ellas, tendré también que dejar espacio en la memoria del corazón para recordar el nombre de estos chicos con los que fue un privilegio compartir esta aventura.




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